La Chusma
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Ilustraciones: Antología s.XIX |
Un día el gallito le dijo a la gallinita:
—Ahora que es la época en que maduran las nueces, vamos a ir al monte y nos saciaremos antes de que la ardilla se las lleve todas.
—Bien —contestó la gallinita—. Vamos a divertirnos juntos un rato.
Entonces fueron al monte y como era un día despejado permanecieron allí hasta la tarde. Ahora bien, no sé si es que comieron mucho o si es que se volvieron tan arrogantes que, en una palabra, no quisieron volver a casa a pie, el caso es que el gallito tuvo que construir un carro con una cáscara de nuez.
Cuando estuvo listo, la gallinita se sentó en él y le dijo al gallito:
—Tú puedes tirar de él.
—¡Hombre, eso me gusta! —dijo el gallito—. Prefiero volver a pie antes que dejarme enganchar al carro. No es eso lo que habíamos acordado. Naturalmente que me gustaría ser cochero y sentarme en el pescante, pero de eso a tener que tirar yo mismo…, por ahí no paso.
Mientras estaban peleándose, llegó una pata y graznó detrás de ellos:
Y con el pico abierto se dirigió hacia el gallito. Pero el gallito, que tampoco era manco, picoteó a la pata hábilmente y le dio tal golpe con el espolón que, finalmente, la pata pidió clemencia y, en castigo, se dejó enganchar al coche.
El gallito se sentó al fin en el pescante como un verdadero cochero y empezaron a correr a gran velocidad.
—Pata, ¡corre todo lo que puedas! —gritaba el gallito.
Cuando ya habían recorrido un buen trecho se encontraron a dos caminantes, un alfiler y una aguja. Ellos gritaron: