Presa de Pájaro
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Ilustraciones: Antología s.XIX |
El guardabosques trepó al árbol, bajó al niño y pensó: «Llévate el niño a casa y lo criarás con tu pequeña Lenchen».
Lo llevó a casa y los dos niños crecieron juntos. Pero como había sido encontrado en un árbol y lo había llevado un pájaro, le puso el nombre de Presa de pájaro. Presa de pájaro y Lenchen se querían tanto que cuando uno no veía al otro se ponía triste.
El guardabosques tenía una vieja cocinera, que una tarde cogió dos cubos y comenzó a acarrear agua, y no fue solo una vez sino muchas a la fuente. Lenchen vio todo esto y dijo:
—Oye, vieja Sanne, ¿para qué traes tanta agua?
—Si no se lo dices a nadie, te lo contaré.
Lenchen dijo que no se lo contaría a nadie. A esto dijo la cocinera:
—Mañana temprano, cuando el guardabosques vaya de caza, herviré agua y, cuando esté la marmita en ebullición, echaré a Presa de pájaro dentro y lo cocinaré.
A la mañana siguiente, muy temprano, se levantó el guardabosques y se fue de caza, y cuando ya estaba lejos, los niños seguían todavía en la cama. Entonces Lenchen le dijo a Presa de pájaro:
—Si no me abandonas, yo tampoco te abandonaré.
Presa de pájaro dijo:
—Nunca, nunca en mi vida.
Entonces dijo Lenchen:
—Te lo diré solamente a ti: la vieja Sanne acarreó ayer por la tarde mucha
agua a casa; yo le pregunté por qué hacía eso y ella me respondió que si yo no se lo decía a nadie, ella me lo contaría, y dijo que mañana por la mañana, cuando padre estuviera de caza, haría que la marmita llena de agua entrara en ebullición y te echaría a ti dentro para cocerte. Vamos a levantarnos rápidamente y a marcharnos juntos.Así pues, los niños se levantaron, se vistieron rápidamente y se marcharon.
Cuando el agua hervía en la marmita, la cocinera fue a los dormitorios para coger a Presa de pájaro y echarlo dentro. Pero cuando entró y se acercó a las camas, ya se habían marchado los dos niños. Entonces le entró un miedo tremendo:
—¿Qué voy a decir cuando regrese a casa el guardabosques y vea que los niños se han ido? ¡Rápido, ve detrás de ellos a ver si todavía los alcanzas!
A continuación envió la cocinera a tres siervos tras ellos; tenían que apresurarse y alcanzar a los niños. Los niños estaban sentados ante el bosque cuando vieron correr a los tres siervos. Lenchen le dijo a Presa de pájaro:
—Si no me abandonas, yo tampoco te abandonaré.
A esto respondió Presa de pájaro:
—Nunca, nunca en mi vida.
Entonces dijo Lenchen:
—Conviértete en rosal y yo seré una de tus rosas.
Cuando los tres siervos llegaron al bosque, allí no había más que un arbusto de rosas y una rosita en él, pero los niños no estaban en lugar alguno. Entonces se dijeron:
—Aquí no hay nada que hacer —y volvieron a la casa y le dijeron a la cocinera que no habían visto por el mundo más que un rosalito con una rosita.
La vieja les regañó:
—¡Estúpidos! Deberíais haber partido el rosal y cortado la rosa y habérmelos traído a casa. ¡Rápido, hacedlo!
Tuvieron que salir de nuevo y buscar. Los niños los vieron venir a lo lejos, y entonces exclamó Lenchen:
—Si no me abandonas, yo tampoco te abandonaré.
Presa de pájaro dijo:
—Nunca, nunca en mi vida.
Y dijo Lenchen:
—Transfórmate en capilla y yo en una corona dentro de ella.
Cuando llegaron los tres siervos, allí no había más que una iglesia y una corona.
—¿Qué hacemos aquí? —se dijeron entre sí—. Vámonos a casa.
Cuando llegaron a casa, preguntó la cocinera si no habían encontrado nada y ellos dijeron que no, nada más que una capilla en la que había una corona.
—¡Estúpidos! —les insultó la cocinera—. ¿Por qué no habéis roto la capilla, y me habéis traído la corona a casa?
A continuación se puso ella misma en marcha y fue con los tres sirvientes detrás de los niños. Los niños vieron, sin embargo, venir de lejos a los tres siervos y a la cocinera tambaleándose detrás de ellos. Entonces dijo Lenchen a Presa de pájaro:
—Si no me abandonas yo tampoco te abandonaré.
—Nunca, nunca en mi vida —respondió Presa de pájaro.
Lenchen añadió:
—Conviértete en estanque y yo en pato encima de él.
La cocinera se acercó y cuando vio el estanque se agachó y quiso bebérselo. Pero el pato llegó nadando a toda velocidad, la cogió con el pico por la cabeza, la arrastró hasta dentro del agua y la vieja bruja se ahogó.
Entonces los niños se fueron a casa muy contentos, y si no han muerto, todavía viven.